¿PERSONAS TÓXICAS O AUTOJUSTIFICACIONES EXCULPANTES?

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¿Existen las personas tóxicas? Vivat Psicólogos

A vueltas con la toxicidad

Se habla mucho en los mentideros próximos a la psicología y a ciencias – o pseudociencias – aledañas, de personas tóxicas o vampiros emocionales. A veces, con demasiada alegría y poco rigor. Porque ¿existen las personas tóxicas de verdad? Y de existir, ¿cómo reconocerlas? Es más, ¿puedo ser yo alguien tóxico para los demás? Son preguntas que deberíamos plantearnos antes de colgar el sambenito de la toxicidad en otros, así por que sí.

La psicología de las relaciones personales

Desde el punto de vista psicológico, en las relaciones interpersonales la subjetividad juega un papel destacado. El cómo percibimos a los demás, y cómo somos percibidos nosotros – o cómo creemos que lo somos condiciona nuestra conducta. En ocasiones, aquellos con quienes nos relacionamos más frecuentemente, pueden ser percibidos como excesivamente demandantes o exigentes. Ya sea de nuestra atención o de nuestro tiempo. Sus demandas pueden ser muy variadas. Reclamando favores, imponiendo obligaciones o aprovechando situaciones de supuesta vulnerabilidad o necesidad.

Lo anterior puede aplicarse tanto a las relaciones de pareja, como de familia, en el trabajo o entre las amistades más cercanas. Una personalidad fuerte percibida en el otro puede ser también el reflejo de una debilidad de carácter en el observador. Y alguien que parece estar haciéndose la víctima puede serlo realmente. Para discernirlo, hace falta un esfuerzo de empatía y una autoestima sana que nos permita ser comunicativos y asertivos, en relación con las demandas que los demás nos plantean.

La empatía no exime, sin embargo, de la necesidad de plantar cara a individuos manipuladores o que menoscaban nuestra autoestima. Eso ya es harina de otro costal. Sin embargo, hay personas que sentimos que invaden nuestro espacio y nos empujan a hacer cosas a nuestro pesar y no pertenecen necesariamente a esa categoría. Pueden ser egoístas, abusar de nuestra buena disposición o ser dependientes en exceso de los demás, pero a nosotros corresponde ponerlas en su sitio. Desde Vivat psicólogos en Oviedo abordamos hoy cómo hacerlo.

Personalidades dominantes o dialogantes

Un carácter expansivo, extrovertido o con capacidad de influencia sobre los demás no tiene por qué ser nocivo o perjudicial. La solución para evitar sentirse incomodado por esas personas por quienes presentan perfiles de personalidad más reflexivos o introvertidos es cultivar la asertividad. Hacer saber, educada pero firmemente, a la otra persona que eso en concreto, no nos interesa. O que no deseamos hacer lo que nos propone. O que preferimos hacer otras cosas, simplemente.

La victimización suele ser la otra cara de la moneda. Demandar favores de esos a los que no nos podemos negar, suele pesar en el ánimo de quien se ve impelido a realizarlos. Una recompensa futura basada en la supuesta reciprocidad o el cumplimiento de obligaciones morales, más o menos reales, es el modo en que actúan otras personas para conseguir que hagamos lo que quieren. Algo que, en pequeña escala, no causa excesivos problemas, pero que si es una estrategia recurrente puede acabar minando a cualquiera.

La importancia de ser asertivos

Desde el punto de vista psicológico, adoptar una actitud asertiva nos defiende de ciertos “chantajes emocionales” que nos pueden plantear las personas más próximas. Negarse a hacer un favor que nos incomoda especialmente o que entendemos que nos perjudica, no es ser mala persona. Si explicamos nuestras razones y mantenemos nuestra posición, puede que no evitemos el conflicto, o las recriminaciones, pero evitaremos acabar sintiéndonos mal con nosotros mismos. Ceder ante presiones externas, dejarnos llevar, o asumir roles impuestos por otros, solo por el temor a desagradar, desairar o enfadar a otras personas no es sano. Emocionalmente, nos reforzaremos cada vez que digamos: no, lo siento, pero eso no voy a hacerlo.

La alternativa, es claudicar. Algo que generalmente evita o aplaza el conflicto. Pero que acaba afectando a nuestra autoestima. Nos sentimos peor por ser débiles. Y puede que en un efecto rebote terminemos estallando o culpando en exceso a las personas que nos rodean. Nos roban la atención, el tiempo, nos coartan, limitan nuestras ambiciones, nos minusvaloran, nos manipulan o nos cortan las alas. Todas estas no dejan de ser autojustificaciones. Acusaciones que pretenden exculparnos por no haber sabido decir que no, o por no haber tenido el coraje de tomar la iniciativa cuando debíamos hacerlo. Tratar con personas más o menos egoístas o desconsideradas forma parte de la vida. Hay que lidiar con ello, sin más. Pero ya sabemos que nadie es perfecto, ni siquiera los psicólogos.

 Si buscas ayuda psicológica en Oviedo para superar cualquier situación contacta con nosotros. Desde Vivat podemos hacerlo juntos.