MIEDO AL FRACASO ¿CÓMO SUPERARLO?
Cómo superar el miedo al fracaso. Por Vivat, Psicólogos en Oviedo
En una sociedad tan competitiva como la actual el miedo al fracaso actúa como un topo. Con una actividad soterrada que puede minar nuestra autoestima y fomentar inseguridades. Pocos lo reconocerán, especialmente entre quienes son apreciados por sus muchos éxitos, pero el temor al fracaso sobrevuela sobre muchas de nuestras acciones y pensamientos diarios.
El fracaso es algo omnipresente, no obstante. Quien no ha fracasado puede decirse que no ha vivido. Cuestión distinta es reconocer e integrar el fracaso en nuestra propia experiencia vital y asimilarlo convenientemente desde el punto de vista psicológico. Fracasar puede hacerte más fuerte…o más débil.
Fracasar forma parte del proceso de vital, es cierto. Y no es solo un aprendizaje, pues ni la edad nos exime de incurrir en desaciertos. La apología del fracaso suele citar a personajes diversos, desde Vincent Van Gogh a Henry David Thoureau. Ambos iconos del triunfo post-mortem y, por lo tanto, de escaso consuelo para quienes sienten las dentelladas del día a día y sus complicaciones. Pero lo que aquí nos interesa analizar es cómo nos afecta psicológicamente el miedo a fracasar, y no en cómo construir el éxito a través de nuestros fracasos.
La autoestima como cimiento de la personalidad
Es indudable que la autoestima es un puntal sobre el que se asienta nuestra personalidad. Y la raíz a partir de la cual germinan muchas emociones. Y complejos, claro está. Si permitimos que uno o varios fracasos se inserten como parásitos en esa raíz, la savia de nuestros pensamientos se verá afectada. Y nuestras hojas y flores pueden llegar a marchitarse. El fracaso puede llegar a actuar como un veneno mental y psíquico. Anular nuestras capacidades y potencialidades y frustrar nuestros proyectos.
Desde el punto de vista de la psicología clínica muchas veces hay que abordar los traumas generados por fracasos o experiencias frustrantes. Una decepción sentimental, un fracaso laboral o en los estudios pueden marcar una personalidad. Las heridas que genera el fracaso son reales.
Es fácil decir que hay que saber levantarse y aprender de los propios fracasos, pero ¿Cómo se hace eso? Pues ahí es donde entra el psicólogo. En primer lugar identificando el fracaso como factor desencadenante de otros posibles problemas como la depresión o la inseguridad crónica.
Cuesta reconocer que hemos fallado y por eso a veces, simplemente, no lo hacemos. Las excusas justificantes o el pasar página sin mirar atrás son salidas aparentemente fáciles para quienes no quieren asumir su fracaso. Mirar a la fea cara de la decepción es poco gratificante, en principio. Pero no hacerlo, tiene sus consecuencias a la larga.
El trabajo del psicólogo en la superación del fracaso
Por eso es labor del psicólogo ayudar a revelarnos la verdad de lo que nos atenaza o nos mina por dentro. Para enfrentarlo y corregirlo. Un fracaso mal gestionado psicológicamente puede condicionar muchas decisiones que tomemos en la vida. La desilusión y la decepción no son buenas guías de conducta a futuro. Y sus consecuencias, como el retraimiento y la apatía son la antesala de los trastornos depresivos.
La solución viene por saber por qué pensamos u obramos así y mostrarnos que hay otros puntos de vista para enfocar los problemas. Aislarnos social o sentimentalmente o recluirnos en nuestra famosa zona de confort, nos retrae de la vida. Y hay que seguir viviendo para vivir nuevos fracasos y alimentando la esperanza de cosechar algún que otro pequeño éxito.
El factor subjetivo a la hora de abordar y encuadrar los fracasos es esencial. No se trata de auto justificarnos sino de intentar medir las cosas que nos pasan y sus consecuencias en sus justos términos. Cuántas veces no hemos oído en nuestra consulta de psicólogos en Oviedo cosas como: “tengo miedo de no volver a encontrar trabajo” o “No volveré a encontrar a nadie igual”. Son proyecciones de pensamientos negativos que no tienen por qué ser ciertas.
Temor al fracaso y al juicio de los demás
El temor al fracaso existe y no debe minimizarse. Lo que no podemos hacer es tratar de entender la medida de nuestros propios fracasos en lo que piensen los demás. Como dice la psicóloga clínica Julie Smith, la forma en que otros califican nuestros errores no habla de nuestra valía, sólo de la relación de esas otras personas con el fracaso. A veces, quienes más fustigan a otros por fracasar, esconden frustraciones generadoras de un resentimiento poco selectivo.
Valemos lo que valemos y todos somos falibles. Por eso al final, la ayuda para superar un fracaso tiene que venir de uno mismo. Saber ser sinceros en el autoconocimiento nos ayuda a revelar nuestras debilidades y fortalezas. Y a intentar minimizar las primeras y potenciar las segundas. La tarea de toda una vida.
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