¿DEPRESIÓN O PEREZA?

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Algunos síntomas de la depresión, como la falta de motivación o apatía, pueden ser confundidos con la simple pereza o una desgana más o menos circunstancial.  Algo que, en sí mismo, no precisaría de una terapia, como sí ocurre con la depresión. La primera sería una patología, mientras que la segunda es solo un estado de ánimo o incluso un rasgo – o defecto, según la perspectiva – de la personalidad. Es importante reconocer y diferenciar entre ambos supuestos, para poder descartar o alcanzar un diagnóstico temprano de la depresión, en su caso. O bien abordar el problema desde el punto de vista del  crecimiento personal.

En el día a día de una consulta de psicólogos en Oviedo, como Vivat, asistimos a casos de muy diversa naturaleza. Sin prejuicios, pero con la mayor objetividad, el psicólogo ha de adoptar una actitud abierta y comprensiva hasta fijar su diagnóstico. La percepción que cada paciente tiene de uno mismo no es suficiente. Muchas veces ha de ser complementada con los datos y el conocimiento científico antes de realizar ninguna evaluación de la personalidad con pretensiones de ser concluyente.

Algunas personas que acuden a consulta se ven a sí mismas sin ganas de hacer nada excepto descansar, o quizá mirar el teléfono. Sienten que su energía está agotada, y las tareas cotidianas se les presentan como obstáculos insalvables. Esto hace que se pregunten qué les pasa, si tienen depresión o simplemente se han vuelto perezosos. Y no se puede dejar de subrayar que sólo un profesional de la psicología dispone de las herramientas necesarias para hacer un diagnóstico válido y un tratamiento eficaz de la depresión y deslindar sus síntomas.

La pereza

¿Qué provoca la pereza? La RAE define a la pereza como “ Negligencia, tedio o descuido en las cosas a que estamos obligados.” Es decir, implica una falta de voluntad. Pero cabe destacar que la pereza es un concepto más indefinido de lo que pueda parecer. Está estrechamente relacionado con la cultura, y trae consigo conceptos vinculados al prejuicio y al estigma.

Etiquetar a alguien (o a uno mismo) como “perezoso” puede dificultar la tarea de comprender qué razones hay detrás de esa aparente incapacidad. Y con ello, en caso de ser un problema que necesite solución profesional, se estaría obstaculizando su tratamiento.

La pereza en el sentido indicado, en cuanto rasgo acusado y permanente de la personalidad, así como la procrastinación, puede derivar de distintas circunstancias o incluso ser una combinación de varias:

  • Trastorno del aprendizaje.
  • Deficiencia nutricional.
  • Condición médica que cause fatiga crónica.
  • Trastorno autoinmune.
  • Estrés crónico.
  • Un trastorno mental como la depresión.

La depresión

Dicho esto, existen dos señales de que el problema podría ser más que simple procrastinación o pereza:

La primera sería cuando a una persona que ha sido enérgica y decidida hasta ahora se le comienzan a hacer difíciles las tareas más elementales.

La segunda sería el incumplimiento recurrente de las obligaciones. Si comienzan a aparecer dificultades para cuidar de uno mismo o de otros, o para mantener un trabajo o una casa, podría ser indicativo de que estamos ante algo más que simple pereza.

Es comprensible un cierto grado de confusión, ya que muchos síntomas de la depresión son idénticos a lo que consideramos pereza. Entre ellos se incluyen: niveles bajos de energía, falta de interés en actividades que antes disfrutábamos, dificultad para concentrarnos y cambios en los horarios de sueño.

Ocurre a veces que la etiqueta de “perezoso” se aplica a personas que, posteriormente, reciben un diagnóstico clínico de depresión. Personas con dificultades para tareas cotidianas, académicas o laborales corren el riesgo de recibir este calificativo.

La pereza, o lo que parece pereza, puede también ser señal de avolición. Se conoce como avolición a la ausencia patológica de motivación, que puede ser síntoma de otros problemas como la depresión o la esquizofrenia.

Las dudas comienzan a disiparse a medida que aparecen estos síntomas, con una duración mínima de dos semanas.

  • Tristeza profunda
  • Autoestima dañada
  • Exceso o déficit de sueño
  • Problemas para tomar decisiones
  • Trastornos alimenticios
  • Pensamientos suicidas

Ante síntomas como estos, no dudes en acudir a profesionales. En Vivat Psicólogos podemos ayudarte y guiarte. No lo dejes para otro día, ponte en contacto con nosotros y nos ocuparemos de determinar las causas y las soluciones para tu problema.